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DESCUBRIDOR DE POZOS
Gênesis 26.25

 

Génesis 26: 25 "Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo".

Génesis 32-33: "Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dijeron: --¡Hemos encontrado agua!

Isaac llamó a ese pozo Juramento. Por eso la ciudad se llama Beerseba hasta el día de hoy".

 

Tres cosas que nos van a bendecir y nos van a hacer descubridores de pozos.

Isaac y su bella esposa Rebeca estaban en Guerar, y dice la Biblia que en ese lugar destaparon un pozo y el agua brotó. En aquella época, el que tenía el pozo de agua era rico, porque los animales dependían del agua y esta era necesaria para subsistir. Las Escrituras dicen que ese pozo había sido descubierto mucho antes por el padre de Isaac, Abraham.

Dios te va a hacer encontrar pozos de agua de bendición, de prosperidad, donde vos vayas vas a tener una pala y vas a ver lo que otros no ven. Algunos ven tierra, pero vos vas a ver el agua que está debajo de la tierra.

Al descubrir ese pozo que los enemigos habían tapado, Isaac se vuelve a conectar con algo que el papá le había dejado como herencia.

En los próximos meses Dios va a volver a activar herencia de tu papá y de tu mamá, cosas lindas que nos han dejado. Hay mucha gente que está peleada con sus papás, pero Dios te va a mostrar que a pesar de lo malo, ellos nos dejaron pozos de agua para que nosotros recuperemos y disfrutemos.

Isaac descubrió el pozo de agua y estaba contento, pero enseguida vinieron los enemigos y empezaron a discutir diciendo: "¡Este pozo es nuestro!" Entonces, Isaac llamó al pozo "Pelea", y se los entregó.

Hay gente a la que le encanta pelear. Hay gente que cuando te ve bendecido enseguida te va a venir a pelear para amargarte.

Pero Isaac no quería peleas, así que rápidamente entregó el pozo y se fue para otro lado. En ese nuevo sitio, abrió nuevamente un pozo de agua que había sido cavado en tiempos de su padre Abraham, y que los enemigos habían tapado después de su muerte. Otra vez vinieron los filisteos y dijeron: "¡Ese pozo es nuestro!". Entonces Isaac volvió a decirles: "¡Quédense con este pozo también!" y llamó al pozo "Discusión".

 

Porque cuando vos estás bendecido Isaac nos se quedó peleando por los pozos. Él no se quedó atascado ni en el pozo de la pelea ni en el de la discusión. Porque Él estaba bendecido y los que estamos bendecidos también estamos llamados a descubrir pozos con victoria y más bendición.

Dice el relato bíblico que después, Isaac se fue para Beerseba, un pueblo que existe hasta el día de hoy. Allí, Isaac no descubrió un pozo: ¡descubrió siete pozos! Yo quiero compartir con voz tres cosas que hizo Isaac para caminar en victoria y ser un descubridor de pozos:

 

Isaac construyó un altar.

La Escritura dice que Isaac construyó un altar. El altar es un lugar de adoración. Apenas llegó, él construyó un altar y empezó a adorar. Vos también tenés que levantar adoración. Al adorar, Isaac estaba mandando bendición hacia el cielo, hacia Dios, entonces, el Señor también le bajaría bendición. Si vos levantás alabanza al Señor, Dios te va a dar bendiciones escondidas en el fondo de la tierra.

Una vez, Jacob soñó con una escalera que iba desde la Tierra hasta el cielo. En la escalera había ángeles que subían y bajaban. Isaac aprendió que donde él fuera, lo primero tenía que hacer era subir su alabanza y después Dios le bajaría Sus bendiciones. A donde vos vayas, primero levantá un altar. ¿Qué quiere decir "levantar un altar"? Cantarle una canción a Dios, darle alabanza al Señor. Isaac lo hizo y descubrió siete pozos con agua. En el lugar donde vos adores a Dios, van a fluir pozos de agua. Vos vas a adorar en tu casa, y vas a tener en tu casa pozos de bendición. Vas a adorar en tu trabajo, que tal vez anda mal, y de allí van a brotar pozos con agua. Vas a ir al hospital y cuando levantes una canción al Señor, del hospital va a salir un pozo con agua, porque cuando los hijos de Dios mandamos adoración hacia arriba, Dios siempre manda bendición para abajo.

Los pozos con agua representan la prosperidad. Si vos sos un adorador, vas a encontrar tus pozos con agua. Tomate un tiempo a donde vayas para adorar. Entrá en la habitación de tus hijos y levantá una alabanza al Señor, porque todo lo que sube, baja bendecido y multiplicado.

Nosotros no necesitamos ni una gran banda ni una reunión ni un pastor, nosotros podemos levantar un altar cualquier día, en cualquier lugar y en cualquier momento. Cuando vayas en el colectivo, ahí mismo levantá un altar y decí: "Señor, adoro Tu Nombre en este lugar", para que en ese colectivo salgan pozos de agua de bendición.

 

Isaac invocó el nombre del Señor.

Lo primero que hizo Isaac fue adorar, y después invocó, habló promesas de Dios, habló palabras de fe. Porque no solo hay que levantar una canción a Dios sino que también hay que aprender a hablar fe, hablar victoria. La Biblia dice que Isaac no dijo: "Señor, ¿por qué me robaron los otros pozos? ¡Al final, descubrí pozos para que me los roben!", no. Las Escrituras dicen que él levantó una alabanza y luego invocó palabras de victoria. "¡Estoy bendecido! ¡Yo estoy para cosas grandes! Dios está conmigo", dijo.

Quiero compartirte algo interesante: Después que Jacob viajó a Egipto y se encontró con su hijo, José -el que a los 17 años había tenido un sueño en el que gobernaba a todas las naciones-, y este le presentó a Faraón. Y Faraón lo saludó y le hizo una pregunta un tanto rara:

-¿Cuántos años tiene usted?

-Pocos y difíciles -le contestó Jacob.

Jacob tenía 130 años y murió a los 147. Pero el papá de Jacob había muerto a los 180 años. ¿Por qué murió antes Jacob? Porque él había hablado palabras negativas. ¿Y saben cuántas palabras negativas habló según el original hebreo de La Biblia? Jacob le dijo a Faraón 33 palabras negativas, y vivió exactamente 33 años menos que el padre. Por cada palabra negativa que hables, estarás perdiendo un año de vida. Por eso, ¡hay que hablar fe!

Les voy a contar el caso de Rashi, el rabino más importante de toda la historia que escribió un comentario. En el año 1100, Él tenía a su nieto en la falda, cuando el niño, sin querer, tiró un frasco de tinta y le manchó todos los manuscritos al viejito. Cuenta la historia que Rashi dijo: "Este nieto mío va a ser un gran rabino, y no va a estar de acuerdo con lo que yo estoy escribiendo, ya me lo hizo notar". Efectivamente, el nieto fue un gran rabino. Yo leí un comentario en donde él decía: "Respecto a este versículo, mi abuelo opinaba tal cosa, pero yo lo veo distinto". Y es que Rashi habló fe. Él no dijo: "¡Nene! ¡Tonto, mirá lo que hiciste!". Por el contrario, él le habló palabras de fe. Donde vos vayas, hablá fe, hablá palabras de bendición.

Hace un tiempo, a nosotros nos chocaron la puerta del coche. Ahora, hace muy poco, nos robaron la rueda de auxilio. Con Alejandra comentábamos: "El diablo está enojado, por eso nos está pegando. No le gusta cómo nos estamos moviendo, por eso atacó a nuestro auto que simboliza el movimiento". Y nosotros le mandamos la profecía de que se vienen cosas grandes. Vos tenés que hablar victoria y levantar palabras de fe.

 

Isaac levantó una tienda.

En tercer lugar, Isaac levantó una tienda. ¿Qué es una tienda? Una tienda era el lugar donde estudiaban La Biblia, donde estudiaban y compartían con otros La Palabra. Es decir, Jacob levantó un espacio físico, un lugar que representa una actitud espiritual donde vos hablás las palabras de fe con otras personas. José, ya siendo Ministro de Economía, mandó a buscar a su papá para que vaya a vivir a Egipto. Pero La Biblia cuenta que cuando estaba yendo rumbo a Egipto, decidió mandar a Judá, uno de sus hijos, para que vaya primero. Detrás de Judá iría él. ¿Por qué manda a Judá primero? Para que Judá le construya una tienda a la familia. Y es que donde vos vayas, lo primero que tenés que construir es un lugar donde vos puedas estudiar La Palabra. Cuando vos meditás La Palabra o la compartís con alguien, ahí, en ese lugar, construiste una tienda espiritual. Construí tiendas, hablá La Palabra, compartí lo que aprendiste, no hables chusmeríos, y Dios te hará descubrir pozos de agua y de victoria.

Casi todos los hombres que Dios usó en La Biblia eran pastores. Moisés fue pastor, David fue pastor, Abraham fue pastor, Isaac fue pastor, Jacob fue pastor. Y yo me pregunté: "¿Por qué todos eran pastores?" Porque ellos buscaban esa profesión porque les permitía estudiar más La Palabra. Podían estar asilados de la gente y conversar entre ellos las cosas que aprendían de Dios. Por eso, ser pastor es una mentalidad. Vos te aislás de algunas cosas para conocer más las promesas del Señor. Hay personas que necesitan construir más tiendas en su vida, un espacio donde puedan aprender las cosas de Dios, donde puedan compartir con otros las cosas del Señor.

Entonces, recapitulemos: Construir un altar, invocar el nombre del Señor, levantar una tienda.

Cuando vos aprendés las cosas de Dios y te juntás con alguien a compartirlo, a decir: "Aprendí esto...", "Dios me mostró esto...", "estoy orando por esto...", vos levantaste en ese lugar una tienda. Dice La Escritura que Isaac hizo esas tres cosas: levantó un altar, soltó la palabra de fe, levantó una tienda y empezó a compartir La Palabra del Señor con sus criados.

Y así fue como Isaac descubrió varios pozos con agua. Un día, fue a verlo Abimélec, el rey de los filisteos, los mismos que antes le habían robado los otros pozos, y le dijo: "Isaac, queremos hacer la paces con vos porque nos dimos cuenta que estás bendecido". Tus enemigos se van a dar cuenta que Dios te ha bendecido. Dice La Biblia que el enemigo le dijo a Isaac: "Quiero que hagamos un pacto de paz". Durante los próximos meses vamos a hacer paz con nuestros enemigos. Hay personas que te van a pedir perdón, se van a disculpar, porque se dieron cuenta de que Dios está con vos, porque donde vos vas, abrís pozos y más pozos. Vienen días de paz frente a la gente que nos ha atormentado.

Porque cuando vos alabás al Señor, cuando le levantás una canción al Señor en el taxi, en el colectivo, en el trabajo, cuando hablás una palabra de fe, y cuando compartís con gente La Palabra de Dios, vos levantás una tienda. Y vendrá tus enemigos, te observarán y dirán: "Perdoname, yo creí que era la pala mágica, pero veo que es la mano ungida de Dios que a donde vos vas abrís pozos, a donde vos vas, prosperas; y queremos hacer la paz". ¿Por qué? porque cuando vos adorás, hablás y compartís, Dios te muestra pozos nuevos.

 

Descubrí que los pozos que le habían robado a Isaac, "Pelea" y "Discusión", eran pozos del papá de Isaac; pero los pozos que Isaac abrió en Beerseba, eran pozos nuevos. Dios te va a hacer descubrir cosas nuevas y no vas a depender del sueldo de tu papá, del sueldo de tu marido, de la limosna de tu abuelo, ni de nadie, porque Dios te va a hacer descubrir pozos de victoria, ideas nuevas, estrategias nuevas que nadie en tu casa había descubierto antes, todo esto por levantar un altar, por hablar La Palabra y aprender a compartir con otros las cosas del Señor.

Cuando Moisés era un bebé, Faraón soltó un edicto en el que mandaba a matar a todos los bebés. ¿Sabés que hizo la mamá de Moisés? Lo puso en una canastita y lo dejó al costado del río Nilo, mientras la hermana del niño observaba. ¿Y sabés quién vino a esa hora a bañarse? La hija de Faraón. Ella miró la canastita y dijo: "¡Qué lindo este bebito!", y lo agarró. De pronto, apreció la hermana de Moisés y le preguntó: "¿Quiere que le busque una nodriza para que se lo cuide?", y fue a buscar a su mamá. Cuando la mamá se presentó, la hija de Faraón le dijo: "Llevate a este bebé y cuidalo bien. Yo te voy a pagar por hacerlo". Y la mamá llevándose a su hijo a salvo para criarlo ella misma, ¡y encima le pagaron por eso!

 

Respecto a este pasaje, el pastor Otoniel Font compartió algo que me impactó. ÉL dice que Dios le dio a la mamá de Moisés la idea estratégica de saber a qué hora, en qué lugar, qué día tenía que llevar al bebé. Ella no fue en un momento al azar. Ella dijo: "Voy a ver a qué hora se baña la muchacha, en qué lugar exacto debo dejar la canastita". Dios te va a dar la estrategia. Si Dios te da la promesa, Él te va a dar la hora, te va a dar el día, te va a dar el lugar, para que la hija de faraón te contrate y te pague por eso. Porque cuando vos levantás un altar de alabanza, hablás fe y compartís con otros La Palabra, el Señor Dios siempre te da victoria.

¿Cuántas veces estamos con otra gente y en vez de hablar de las cosas del Señor, hablamos un montón de tonterías? Hoy Dios hoy nos dice: "Quiero que construyas más tiendas, lugares donde puedas meditar La Palabra y compartirla con otros".

 

Descubrí algo más para compartirte, y para eso vamos a volver sobre la historia de José. Antes de que Faraón lo llamara para interpretar su sueño, José estaba en la cárcel con dos presos más. Los presos tienen sendos sueños. Uno sueña con tres racimos de uva y el otro sueña con tres canastas de pan. Al primero le dice: "Tres canastas son tres días: a vos te van a matar en tres días". Al otro le dice: "Tres racimos de uva son tres días: en tres días salís". A los tres días, el que había soñado con los racimos de uvas quedó libre y volvió a trabajar para Faraón. Cuando Faraón sueña con las siete vacas gordas, nadie podía interpretarle el sueño. Pero José sí pudo interpretarle el sueño a Faraón. Le dijo: siete vacas son siete años. Cuando José tenía diecisiete años tuvo un sueño. ¿Qué soñó? Soñó que había once manojos que se inclinaban delante de él, mientras él permanecía erguido. Al otro día tuvo otro sueño: once estrellas, el sol y la luna le hacían reverencias. Es decir, vio once manojos y once estrellas, once más once es veintidós. ¿Cuántos años gobernó José en Egipto? Veintidós. A los diecisiete años José sabía que el sueño se le iba a cumplir veintidós años más tarde. ¡Por eso nunca se desesperó! Él tenía la fecha.

Yo te quiero decir que Dios te va a dar fechas de manera sobrenatural, ya no van a ser corazonadas, sino van a ser día, hora, mes y año. Porque si hacés como José, que levantaba un altar, hablaba La Palabra de Dios y compartía lo que Él le decía, el Señor te va a dar el día y la hora exacta en que vas a lograr tu sueño, y vas a terminar bendecido hasta en el calcio de tus huesos.

 

Los pozos con agua representan ideas nuevas, representan prosperidad. Los pozos nuevos representan bendiciones, y Dios nos va a dar pozos de bendición, agua fresca y victoria en el nombre del Señor.

¿Sabés que simboliza el pozo en La Biblia? Tu mente. Si tu mente no tiene agua, que es La Palabra, va a estar vacío. Y los pozos vacíos, en la antigüedad, tenían serpientes y escorpiones. Si vos no llenás tu pozo (tu mente) de agua (de La Palabra de Dios), te van a venir pensamientos que son serpientes y escorpiones. La serpiente muerde una vez y mata. El escorpión, en cambio muerde seguido. Hay pensamientos que te matan de una vez y hay pensamientos que te torturan de a poco. Pero, ¿sabés qué simbolizan los pozos también? Simbolizan que Dios nos va a dar salud en la mente: ya no vamos a tener ni serpientes ni escorpiones ni pozos vacíos, sino que vamos a estar llenos del agua de la vida, de la presencia, de la fuerza, de la energía, en el nombre del Señor.

 

José tuvo su sueño a los diecisiete años, y sus hermanos se enojaron y lo tiraron en un pozo que no tenía agua, tenía serpientes y escorpiones. Después lo vendieron como esclavo. Veintidós años después se reencontró con toda su familia, incluso con sus hermanos. Ellos pensaron que José los iba a matar, pero José les dijo: "Tranquilos, ustedes me tiraron al pozo, pero Dios tiene la última palabra y me trajo acá para hacer cosas grandes y bendecir". La gente te puede echar en el pozo, pero Dios tiene la última palabra. Y la historia bíblica cuenta que se quedaron todos a vivir en Egipto. Diecisiete años después, antes de morir, Jacob le pidió a José que cuando muriese no lo enterraran en Egipto, sino que llevaran sus huesos a Canaán, la tierra que Dios le había prometido. Cuando murió, José cumplió con el deseo de su padre: fue con sus hermanos a llevar el cuerpo embalsamado de su padre a Caanán. Pero una vez muerto Jacob, los hermanos de José volvieron a tener mucho miedo de que José los matara. ¿Por qué? Porque cuando llevaron a enterrar al papá, tuvieron que pasar por la tierra de la infancia de José, por el pozo donde habían tirado sus hermanos. Seguramente José se paró frente al pozo: "Aquí me tiraron, casi me pican las serpientes y los escorpiones... Acá me crié, y de acá me arrancaron, de acá me vendieron...". Y dice La Biblia que cuando volvieron a Egipto, los hermanos le pidieron perdón a José. Él les respondió: "Yo ya los perdoné. Aunque Dios me llevó a la tierra de mi pasado, Él ya sanó mi corazón". Yo te digo algo: Dios te va a llevar al lugar de donde te lastimaron, de donde te vendieron, de donde te maltrataron; te va a hacer encontrar con gente que te trató muy mal, y la gente se va a asustar. Pero vos les vas a decir: "Dios me ha sanado, porque mi mente está llena del agua de Dios".

 

Juntate con gente y compartí más La Palabra. Hablá las promesas de Dios. Dejá de hablar de lo que dicen las noticias, dejá de hablar de fútbol, y levantá una tienda donde vos puedas ir a meditar más La Palabra y a compartirla, porque La Palabra de Dios es poderosa.

Dios me dijo: "Bernardo, mi Palabra es como un campo". Cuando vos empezás a entrar a lugares nuevos, vas a ver cosas nuevas extraordinarias. En esta iglesia Dios nos está metiendo en lugares de La Palabra de Dios a los que nunca entramos y vamos a ver cosas poderosas.

Nosotros vamos a adorar, vamos a hablar La Palabra y la vamos a compartir, y vamos a destapar muchos pozos de victoria. Para lograr cosas que antes pensábamos cómo hacerlas, dónde, para cosas que trabajábamos como condenados, ahora vamos a alabar, vamos a hablar fe y vamos a compartir, y los pozos se van a descubrir rápidamente.

Yo te profetizo que lo que tardabas años en prosperar, años en llevarte bien en tu casa, años en tener una buena idea, ahora con una alabanza, con una palabra y charlas con gente de fe va a hacer que Dios te lo de destape, te lo muestre, te bendiga. Profetizo pozos de prosperidad, mentes llenas de agua de victoria y de bendición.

En los años de Moisés, el pueblo de Dios estaba creciendo. Camino a la tierra prometida, los israelitas se asentaron en Mohab, un reino gobernado por un rey malo que se llamaba Balac.

Balac vio que el pueblo de Isarel crecía y crecía. Y es que en nuestro ADN hay crecimiento: a donde vamos nos va bien, porque dentro de nosotros está la fuerza de Dios. ¡Nosotros caemos y nos volvemos a levantar!

 

Viendo el crecimiento de los israelitas, Balac se preocupó y decidió contratar a un brujo para que los maldiga. El brujo en cuestión se llamaba Balán. Balac envió un grupo de hombres a hablar con Balán. Estos le dijeron: "Necesitamos que vayas a maldecir al pueblo de Israel porque donde van, crecen". El brujo, que era medio profeta y medio brujo, le dijo que consultaría con Dios:

-Dios, me están pagando para que vaya a maldecir al pueblo de Israel. ¿Estás de acuerdo?

-¡Ni se te ocurra!

Balán vuelve con los hombres de Balac y les dice que no podía maldecir al pueblo de Israel. La comisión vuelve a contarle lo sucedido al rey. Balac les ordena: "¡Vuelvan con más dinero y convénsanlo". La comitiva vuelve a hablar con Balán: "Mirá, te trajimos todo este dinero. ¡Maldecí al pueblo de Israel!". Nuevamente, Balán le pregunta a Dios si tenía su permiso. Dios le dice: "Ya te dije que no, pero ya que insistís, andá, pero vas a hacer lo que yo diga". El brujo se subió a su burra y se puso en marcha para maldecir al pueblo de Israel. De pronto, en medio del camino, aparece un ángel con una espada que impedía el paso. La burra lo veía, pero el brujo no. Como la burra se detuvo, Balán le pegó para que avanzara: "¡Vamos! ¡Tenés que ir por ahí!". Dos veces más la burra intentó avanzar y obedecer a Balán, pero el ángel se le paraba en el camino y su amo, que no entendía, le daba un golpe. Hasta que finalmente la burra se cansó y le dijo a Balán: "¿Se puede saber por qué me pegás? ¿No ves que no puedo pasar porque está el ángel?". Entonces, el Señor le abrió los ojos a Balán y él pudo ver al ángel, que lo dejó pasar pero le recordó que tenía que decir solo lo que él le mandara.

 

Finalmente, Balán se encontró con Balac, el rey de Moab y juntos se fueron a la cima de una montaña para maldecir el pueblo israelita que estaba abajo. Cuando llegaron a la cima de la montaña, hicieron el sacrificio de algunos animales y Balán se dispuso a lanzar la maldición. Pero en vez de maldecirlos, de su boca salieron palabras de bendición. "Son un pueblo distinto", dijo. Balac se enojó: "¡Pero me los estás bendiciendo! ¡Te dije que los maldijeras!" Y es que desde la montaña pudo ver a los israelitas adorando. Cuando vos adorás, el diablo sabe que vos y yo somos distintos. Nosotros somos distintos: cuando nos insultan, nosotros levantamos nuestras manos al cielo; levantamos nuestras manos delante de tu familiar enfermo; levantamos nuestras manos a Dios con las boletas que tenemos que pagar.

Como su intensión de maldecir al pueblo judío no había funcionado, Balán se va con Balac a otro monte. Otra vez, hacen los sacrificios y el brujo intenta su maldición: "¡No hay brujería sobre ese pueblo porque son como leones!". "¡Nooo! ¡Maldecilos, no los bendigas!", gritó Balac. ¿Sabés que vio Balán desde el monte? Él vio personas que hablaban palabras de fe. Dijo que eran como leones porque el león mata por la boca. Las palabras de fe que ellos pronunciaban los hacían fuertes como leones. Balán dijo: "Es que no puedo maldecir a esa gente porque ellos tienen boca de león.

 

El rey le ordena ir a otro monte para ver si ahora podía maldecir al pueblo israelita. Volvieron a hacer los sacrificios y nuevamente Balán intenta maldecirlos, pero de su boca volvió a salir bendición: "¡Cuán hermosas son sus tiendas!". Balán vio gente compartiendo La Palabra de Dios, palabras de victoria. "¡Maldecilos!", exigió Balac, pero el brujo le dijo: "No puedo maldecir a quien Dios ha bendecido".

Yo te digo, ni a mí ni a vos nos pueden maldecir, porque nuestra boca es boca de león, porque en nuestra vida hay tiendas hermosas, porque hay altares de alabanza. ¡Nadie te podrá hacer frente y todo lo que hagas te saldrá bien!

Dice La Biblia que cuando el brujo miró al pueblo israelita desde ese monte, dijo: "¡Qué lindas tiendas, su campamento es hermoso!". Él vio gente compartiendo palabras de fe, por eso esas familias eran tan lindas. Compartí más palabras de fe, buscá gente, y en vez de hablar de las cosas que pasan, hablá de las cosas de Dios que te están enseñando. Levantá una tienda, porque no se puede maldecir a quien Dios ha bendecido.

Yo profetizo pozos nuevos, agua fresca en tu mente, y que todo, todo, todo nos saldrá bien.

Dicen Las Escrituras que allí donde Isaac levantó el altar, invocó La Palabra y la empezó a compartir, descubrieron siete pozos, encontraron agua de manantial. Preparate para oír buenas noticias, vas a encontrar agua de manantiales. En este mes va a haber pozos nuevos de agua fresca. Y dice la historia de Isaac que a ese lugar él lo llamó Beerseba, y hasta el día de hoy se llama así. Porque vayas donde vayas, vos vas a nombrar los lugares proféticamente como lugares de victoria y de bendición.

 

Construir un altar. ¿Estás alabando? ¿Estás adorando? ¿Tenés en tu casa, en tu mp3, en tu auto canciones de alabanza? Estés donde estés, ¡soltá una alabanza!

Hablar fe. Hablá palabras de bendición, de éxito, declará victoria.

Hacer tiendas. Estudiá, compartí, meditá La Palabra, para que tu mente esté llena de agua fresca, agua de viva.

"Nadie puede maldecir a quien Dios ha bendecido". Amén.

 

Bernardo Stamateas

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